Me tropiezo con la historia que vivimos tan ardiente en los rincones de esta cálida ciudad
y observo cada huella que han dejado nuestros cuerpos, nuestros besos, como manchas de humedad
que hablan tan claras y francas de esta nuestra sinrazón
resignificando así cada rincón.
Me tropiezo en las terrazas, las aceras, las esquinas, los portales, los peldaños, y en algún intercostal
Y me vuelvo a tropezar con camareras, trasnochados, alcoholismos, secretismos, y en tus labios que es donde aprieta mas,
el deseo,
aprieta... hasta dar al fin con la pared
...esa pared -te acuerdas?
en la que hicimos el amor en tres jadeos,
sin desnudos, con caricias, con saliva y sin colchón.
Esa pared en la que se abren brechas en el tiempo,
hacia lo infinito y la fusión,
hacia el desconocido corazón.
Esa pared gris tan llena de matizes
como cicatrices que cuentan y celebran nuestro encuentro
y que guarda así el testigo de uno más de los instantes que conforman esta nuestra intimidad,
un instante de pura eternidad.
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